viernes, 7 de agosto de 2009

La excelencia


La Excelencia

Sin errores, supremo, prestancia, intachable, sublimen, majestuoso, grandioso, excelsitud, perfecto, están son solo algunas de las palabras que llegan a nuestras mente cuando escuchamos mencionar la palabra excelencia, pocas veces nosotros los jóvenes nos hemos propuesto hacer algo de forma excelente, que no pueda encontrarse en ello falta alguna, nos conformamos con realizar un buen trabajo, pero no buscamos la excelencia en las cosas que realizamos.

Cuando hablamos de excelencia no podemos negar que hay una gran similitud con perfección, el termino excelencia y perfección provienen de la misma raíz lingüística que denota sin defecto o errores, ahora bien caminar sobre la excelencia no es solo una frase bonita, sino que Dios nos hace un llamado a la excelencia, nos da un mandato a ser perfecto Deut. 18:13 dice: Perfecto serás delante de Jehová tu Dios, y mateo 5:48 recalca nuevamente: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto; waoo, tanto en el antigua pacto donde reinaba la ley como en el nuevo pacto donde reina la gracia, Dios nos manda a ser perfecto, a caminar bajo la excelencia, en el libro de proverbios 2:21 encontramos lo siguiente: Porque los rectos habitarán la tierra, y los perfectos permanecerán en ella; los perfectos, los que sean excelentes son aquellos que heredaran la tierra y las promesas dadas por Dios, proverbios 28:10 dice… que el perfecto de camino heredara el bien.

Muchas veces nos limitamos a pensar que la perfección es algo que le corresponde solo a Dios, y escuchamos repetir en nuestra sociedad continuamente la frase “Nadie es perfecto”, pero realmente decimos esto porque lo creemos, o porque así nos justificamos a nosotros mismo de no asumir la responsabilidad de trabajar sobre la excelencia y no cometer errores, ahora, hago la siguiente pregunta

¿Esta en mi naturaleza la imperfección?

La respuesta a esta pregunta es si y no, ¿Cómo así? Bueno porque es un hecho que el pecado a distorsionado la realidad del hombre, haciéndolo esclavo y transgresor, sujetos a limitaciones e imperfecciones, pero esto queda como cosa del pasado cuando miramos hacia la cruz, ya que dice la Biblia en Fil. 4:13 que todo lo puedo en Cristo que me fortalece, o sea en Cristo soy omnipotente, en Cristo supero la condición caída del hombre a causa del pecado, y puedo nuevamente retomar la condición de excelencia y perfección con la cual Dios creo al hombre en el principio, mi naturaleza pecaminosa e imperfecta, queda muerta, desvanecida y cubierta a causa de la sangre de Cristo, renovando así la excelencia de Dios en mi vida, y desechando al viejo hombre, de manera que si alguna esta en Cristo, nueva criatura es, la cosas viejas pasaron e aquí todas son hechas nuevas 2 Cor. 5:17.

El primer Adan, el hombre formado a imagen y semejanza de Dios, no poseía defecto e imperfecciones dándonos a entender que Dios nos forja para caminar bajo la excelencia, ya que como Dios es perfecto, todo lo que sale de El, es perfecto, y si nosotros fuimos asimilados por Dios nuevamente a través de Jesús, y somos miembros de su cuerpo que es la iglesia, las cosas que salen de nosotros deben de salir con Excelencia y perfección, no importando el área en que tengamos que desenvolvernos, sea en el trabajo, la escuela, la universidad, la iglesia, escuchamos la voz de Jesús que nos dice: Sed perfecto como vuestro padre es perfecto (Mat. 5:48).

La Biblia nos dice en Col. 3:23: todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; y si en las cosas que me desenvuelvo trato de dar lo excelente de mi, pensando que es para Dios, no mirando el poco sueldo que gano, o lo mal que el profesor explica la clase, o la poca ayuda que recibo de mi iglesia, sino que me aferro a la palabra de 1 Cor. 10:31 que dice: Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios; entonces caminaremos sobre la excelencia y cumpliremos con el mandato dado por nuestro señor Jesucristo, asumiendo de esta manera la imagen de Cristo en nuestras vidas, porque hemos sido, Forjados para la Excelencia.

Por: Lizardin Mejia

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